Desde el río soplaba un viento,
desde mi asiento sentí su
canto,
vibraban en el aire todas sus notas
mientras contaba sus noches,
y cantaba sus sueños.
Acunaba en su seno de viento ribereño,
el llanto ligero, una bruma
de lo sueños perdidos
que ha colectado
con la bravura suave de su
paso.
Se abrigaba en la danza suave,
en que se escondían los rayos del sol
que descansaba radiante, en su pleno silencio.
Y estalló el silencio,
estalló en mil pedazos,
gritando sordamente al pasar.
Viento potente,
abrazo mayúsculo
de frescura y movimiento.
Transito perenne
de todos los sueños.
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