Julio



Serás como Julio, Julio.

Te perderás en los vendavales del invierno
Y me dejaras lo gritos roncos
Empotrados en los cristales
De las ventanas viejas.

Te escurrirás en las grietas de la madera estriada
De tus sueños dormidos, velados.

Serás como Julio, Julio.
Y escribirás por las mañanas
Las epifanías del descanso turbio
Arrinconaras los calores
Con palabras despiadadas de belleza
Descaparás en láminas imperceptibles
La mensurada campana de mis labios
Jugaras a enfriarlo todo,
Y arderas flameando
en el cielo raso estrellado
de tus manos tintas. Julio.


La pérdida



Se perdió como una noche,
Entre las nubes.
Como las nubes,
En una sola noche oscura.

Estuvo allí cada uno
De sus casi siempre nunca
Mil minutos.

Camino a mi lado,
Me abrazo en las sombras,
Vago conmigo,
Poseyó mi cuerpo,
Amordazo las ideas,
Silencio las voces,
Y detuvo los comandos
De las necesarias acciones esperadas.

Nunca arribaron a sus puertos,
Los barcos tripulados
De uniformadas sensaciones
Sobrias, ataráxicas,
Liberales, dispuestas,
Conservadoras, oprimidas,
Pautas innecesarias, desadaptadas,
Incomprensibles,
Mensuradas. Innecesarias.

Reflejo orgasmático.
Espasmo raquítico,
Solsticio de un invierno prolongado.

Abandono de la palabras.
Amputación desmedida,
Negación exagerada.
Verdad sin justicia.

Estuvo ahí,
Me miro de lado,
Me vio frente,
Lo deje velando.
Seque la tinta,
De su cuaderno añejo,
Nuevo de sueños,
Viejo de olvido. 
Angustia prístina,
Mes descartado.

SinCuenta

Seran cincuenta veladas noches.
Seran cincuenta ensoñados días.
Seran cincuenta noches y días.
Seran sin cuenta.
Seran (Simplemente)
Seran mias.
Seran palabras.
Seran rimas.
Seran de todos.
Y Solo mias.

Tu, tan sucio



Puerco, ruin abstracto.
¡Sucio!

Caminas sucio,
Con tus uñas sucias,
Con sus curvas sucias.
Hurgas sucio, tú, Sucio.

Sudas hasta las calcificaciones
De tu manos, hurgas. Sucio.

Te relamen la boca sucia,
De labios sucios,
Y pellejos sucios.

Me lames los pezones, suaves,
Mis pezones rosados.
Mis pezones míos, ahora sucios.
Sucio.


InDoor

Cierro las puertas
para que me finjan verdades
 de pulcritud que no padecen.

Arden álgidas las llamas de esta pasión
rústicamente castrada.

Me encierro a lamer entre mis pechos
la sensualidad que se derrama
para no pudrirse.

Que castigo más hedónico,
más dulce y placenteramente perverso
el de retorcerse entre pasiones
y erogenias castradas.
Erogenias sin voz. 
Garganta sin palabras.

Cierro las puertas,
se esconden fuera los gritos de la deuda,
sangra la culpa desesperada,
álgida, putrefacta, moribunda.

Se sacude mi infancia
como un espectro enardecido,
gime desesperado, suda rabia,
babea espumas venenosas
de odio rabioso, sudado.

Porción de rata que se escapa de mi alma.


 

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