La Revolucion

El solsticio del anonimato va concluyendo lentamente.  Las luces de una madrugada anhelada, comienzan a despuntar en el alba de mis propios sueños.  Hay una frescura en el aire, que estremece de incertidumbre leve y constante mis adentro mas míos, mas resguardados, quizás mas escondidos.
De mi vientre se desprende una sonrisa de esperanza.  Las tormentas que han pasado, no son las que se avecinan, cuando lo que se avecina, es tan solo una tormenta. La configuración enigmática de las nubes, ha cambiado y ya no muestran las mismas figuras. Coleccionan otros motivos, ofrecen otros sueños.

El césped, tan húmedo como las gotas en el aire, refresca los pies descalzos y se enrieda sonriente en las pantorrillas juveniles, que pudendas, se erizan en toda su extensión, estremecidas por el contacto.

Acuden a la sensación, las suaves fibras desgastadas de experiencias del saquito de algodón, que viste lo que olvida resguardar el camisón desenfadado. Abriga del fresco del rocío, libera con suavidad los hombros para que queden desnudos, como una insinuación metáfora de la libertad. El camisón se limita a holgar a lo largo del cuerpo, a oscilar entre las piernas que caminan álgidas.

Se dirigen hacia el horizonte mismo, hasta el alambrado. Trotan, caminan con prisa, tiemblan, invitan al cuerpo que acompañan a una danza circular, infantil, ilimitada.
La mirada se entrecorta satisfactoria, entre las ráfagas sedosas y rebeladas del cabello suelto. El cabello en estela acaricia espaciadamente las manos, improvisando la alegoría de una primavera eterna.

Rozagantes, las mejillas imprimen las carcajadas en el aire, se sirven del aplauso del cielo que les sonríe,  esconde los ojos del rostro, para abrir mas prontamente los del alma, y mirar.
La espalda sudada se yergue orgullosa, y quebrada de placeres,  se hace sentir caliente, vestida.

Con todos los ojos del cuerpo entregando imágenes y sensaciones a la vida que comienza en aquella mañana, el vértigo da lugar a la inercia, la inercia da la lugar a la agitación de la respiración acelerada, y ésta da lugar a más sensaciones, acunadas en la calma.

Sin reflexiones. Solo el aire revolviendo con frescura el interior del cuerpo. Suave revolución, del día que aparece.

El Grito de la Moira

La vehemencia con la que no pertenezco a mi mundo,
me pasma...
Cientos de miles de gemidos agónicos,
corroen las fauces internas de mis sienes.

Gotas de acero que se rompen
en estruendosos pedazos de fuego,
marcando con brutal fiereza,
las suaves brisas que se movían dentro.

¿Dentro de qué?
Si debiera fingir que nada sobrevive.

Si para salvar la vida,
debería agotarla,
de forma cruenta,
tajante y despersonalizada.

Que filosas las palabras
que como dagas invaden la carne
en un grito Móireo.

No hay quien escuche
mi clamor de silencio,
Solo un torturado silencio.

¡Haz silencio!
y deja caminar por su camino

al peregrino.

L'appel

Y es que es tu traición tan despiadada,
y está lograda con tal desenfado
que no puede llamarse traición. 

Con la voz ya afeminada
del placer sin rostro 
me respondes, 
funesto y desinteresado. 

¿Acaso mi voz cuando te habla, 
ha dejado de ser
el amor que llama?

No esperes caliente
a un cuerpo muerto, 
a quién ha encontrado
en el hospicio de la soledad
los diálogos sagrados. 
la fría claridad
del Invierno temeroso. 

Aunque no quiera
contaré los minutos
hasta tu llegada
y sacudiré tu porfiada ignorancia
hasta que me mientas
una vez mas. 

Y si aún leyendo estas líneas,
llegaras a ensuciar
la poca pureza que conservas
con la mancha de tu Ego 
cuando te susurre que quizás, 
en mis palabras lo que haya 
sea despecho. 
¡Detente y teme!
que ni la empatía
por mi propio sentimiento 
me conmueve. 
Porque ahora hay silencio
Porque dentro mio, nada mueves, 
Porque entre lo que fuésemos entonces, 
algo quizás, solamente algo, 
ha muerto. 

Tradimento

Empoderar a las palabras
como si fueran compases mudos
de silencios. 

Sacrificar los soles adecuados
por las noches 
Perseguir un rumbo nefasto, 
quizás. 
Ahogando la riqueza
de mis cadencias libres, 
quizás. 
Someter a la duda 
lo que estaba sumido en el silencio,
solo quizás.

Insalubre tormenta de estrellas invisibles, 
dulce néctar del asombro, 
Adán perdido en Edén, 
Eva desnuda, 
sometida a los dolores del cuerpo;
gemidos que desgarran
y expurgan. 

¡Ah! cuentas noches esperadas
dura una sola noche, 
experta ya de defenderse
en las dudas que se agremian 
en la esquina. 

¿Cúanto más esperaré
para verte?
¿Llegarás acaso
tras la vanguardia de tu traición?
¿Has venido a caso tú

cuando has venido?
¿O has enviado tu traición
en una forma renovada
casi tanto, que se viste del mismo corte
con que visten
la sensatez y la lealtad?

¿Acaso he de volver a creerte?

Invoco tu nombre
solo para escucharte la voz, 
y pretender reconocer entonces
a que distancia me has traicionado.


Y es que cuando abundan las palabras,
sobran las ausencias....

La lágrima y la Sombra

Veo los párpados pesados,
Siento las manos frías,
Pienso con lentitud,
Como para no emocionarme.

Camino con la pesadez
De un espectro atormentado.

Me veo, pero no me reconozco.
Si me observo, ese rostro no me representa.
No representa a nada.

Brego en la queja,
Para que es tristeza
No se me instale en el alma,
Para que no me abrigue de melancolía.

Brego para que mis lágrimas
Sean génesis de acciones,
No mantas que atormentan.

Sensualidad absurda,
Perdida entre los labios grises,
Grises quizás de polvo,
O de cenizas. 

La Inconstancia de la Gota

Las gotas cuando caen
son constantes.
Las lágrimas cuando caen,
son constantes.
El viento, en la aceleración
o en su permanencia, 
es constante.
La naturaleza
en sus ciclos incomprensibles,
es constante. 

Yo no.
No por ausencia de ciclos,
ni de tendencias, 
ni de emociones. 

No por carencia, 
por falta de compromiso.
No. Yo no soy constante. 

Disfruto del desorden
del caos que inicia,
que crea.

Me pierdo en los pasillos
creados por la des organización.

Soy inconstante en el mundo, 
en el sentido que solo soy constante

en el amor por la vida.

Aeg

En este momento, 
no me tiembla el suelo.
No porque ya no tiembla, 
sino porque allá donde lo haga 
no me hace temblar a mi. 

Puede que este pasando 
en la vereda de enfrente
haciendo sonar
su sirena escandalosa.

Hoy no me tiembla el suelo 
puesto que ya ha cesado
mi propia turbulencia profunda,
aunque, no por eso,
debo dejar de considerarme
como volando en sueños.

El suelo que tiembla bajo mis pies
ya no es mi suelo,
ni suelo mio de ningún tipo.

En estos túneles escabrosos
de ruidos sordos
mas oscuros que el espanto.

Deseo conocer las caras
aun dormidas
de los gemidos silenciosos,
alborotados, 
aún agitados, 
de los secretos que inicuamente, 
han caído olvidados
entre la espalda y la palabra.

Perfectamente olvidados. 
eternamente silenciados.

Armastus

Es que soy de las que cree que el amor es el único motor del mundo. Y desde que no creo mas en su forma de que viva y se manifieste, no creo mas en nada de lo que me hacia viva. Se me ha espesado la sangre.

(...)


Es que amando mis letras, fui una victima involuntaria de mi oralidad, que me habla con sus voces veloces y efímeras, para que redacte, desesperada, ansiosa  para simular ser una escritora de mis propias ideas, de las que propias, son pocas. (...)


Memoria Iluminada


Mude mi intelecto 
hacia esa forma
donde no temo el olvido
ya que todo lo vivido 
en algún lugar
ha sido almacenado.

Me mude de casa, 
a una ventanas diferentes, 
con exteriores diferentes, 
con interiores altos, 
en el sentido de lo profundo, 
de lo que no acaba. 

Reescribo mis pasos
(memoria iluminada)
en nuevos suelos
(iluminación profunda)
descanso mi vista
(profundo silencio)
en otros sueños, 
(lúgubre, ademas)
viejos. Recuperados.
(de quien ha recordado) .
Victoria discreta 
(la mas grande tragedia)
del triunfo de la memoria.
(que no es mas que un olvido).

Traspapel


“Soy inconstante en el mundo, en el sentido de que solo soy constante en el amor por la vida”

Urgencia de Rocio


Algunas noches,
Cuando nada duerme,
Me abro a urgencia del Rocío
Que es tanto de lagrimas amargas
Como de humedades subrepticias.

Descalzo el pasto entre mis piernas
Para que acaricien
Los misterios pudorosos
Que a la Noche no sonrojan.

Cálida pasión de primaveras escabrosas.
Juventud que se abre y se renueva
¡Inmensa Noche!
Complice de las sombras traviesas. 

Máscaras


Yo vi tu mascara,
Entre tus ojos de azabache.
Yo vi tus ojos
Que te escondían el rostro
De mis pupilas curiosas

Escuche tus palabras escasas,
Vagas, extraviadas de sentido a veces
Yo vi tus ojos, y quizás allí,
Tú no estabas.

Cavile, mire el vacío,
Y recordé encontrarte,
En un tiempo sin tiempos
En un espacio sin lugar.
En un Aleph misterioso,
De ensambles y sueños.

Melodramáticos movimientos,
Espasmódicos suspiros leves.
Sudor tibio en las manos jóvenes
Que si apenas se provocan al rozarse,
Por un simultáneo accidente y deseo.

Y tras la camisa a medio abrochar,
La fría dureza de tu profunda mascara
Sorpresa taciturna
Asedio del infierno
Que con la fuerza misma del odio
Me has mostrado.

Sálvame de tus demonios,
con tu ausencia.

Acaso, solo si acaso,
Tus mascaras fueran
Reflejo de las mías,
Disuade el  espejismo
Con tus manos que son hábiles,
Y háblale con tu voz de siempre
A mi corazón de todos los días. 

Muñeca


Fuera brama un frio
Que congela los cristales.
Te veo con tus ojos de cielo,
Extraviados en el silencio.

Vacilantes, tus labios pequeños
Y finamente agrietados,
Me sonríen, equivocados de tristeza.

Tu tez de mil duraznos,
Se sonrosa hasta las lágrimas.
Y esas lagrimas saladas,
Lavan la dulzura opaca de tus mejillas.

Cuanto daría, niña,
Por regalarte ese abrazo tosco y tierno.
Cuantas veces te regalaría
Un juego más con él.

Cuantas noches,
Abrazaría tu dolor en silencio
Y me llevaría a mi cama tu angustia,
Para devolverte una sonrisa por la mañana.

Cuantas cosas te daría,
Para llenar ese vacío.
Para romper con tus silencios,
Y que vibres blanca,
En tu corazón impoluto de errores.

Te amo,
Con una fuerza que me atraviesa el vientre
Y se me escurre entre las manos.
Te amo en tus sonrisas,
Y aún más en tus silencios.

Y aún más te amo
Cuando con lágrimas celestes,
Me muestra, vulnerable,
Los flancos filosos,
De la vida amante.



El otro cielo


El cielo se parte en un grito,
En un llanto de niño
Que sonríe en silencio.

Las palabras que se ocultan
Y que se cambian,
Hieren sus fibras inmateriales
Y dañas sus ojos del para siempre.

Los días vividos en desgracia,
Van vistiendo las capas infestadas
De dolores que se anuncian
En el brillo de la mirada perversa. 

Detrás de ese cielo, 
hay otro...
donde no quedan nubes celestes, 
ni cielos blancos. 

Donde los arboles con protegen las casas, 
ni las afluencias del río 
arrastran aquello que no ha de ser rebelado.

No grites ni llores pequeño, 
que lejos estas de la morada blanca. 
Reserva en tu mente, 
un espacio vacío
la vacante inmaterial 
para acercarte a tu reino.

Contacto


Hoy te sentí.
Te vi caminando a mi diestra.
Siniestro juego de percepciones.
Sentimiento capcioso en el que me enredo.

Tomabas mi mano jugando,
Y te escondías en mis pensamientos.
Desordenabas mis sentidos,
Con tu alboroto picaresco.

Me encontrabas en los profundo de los ojos
Sin siquiera verme la cara.
Y seguías mis pasos a la par,
De un lado, del otro,
Y también por detrás.
Me observabas con tus ojos de juegos,
Con tu ambiciones amantes.

Me observabas, me intervenías,
Me llamabas, y me convocadas
 en mi propia marcha.

Te vi atravesando la ciudad en colectivo,
Acabando todo en un fugaz segundo.
La propiedad privada de tus avatares
No se me manifiesta.

Y sin embargo te sentí.
Te vi.
Me tocaste.
respondí.
Voltee,  mire tus ojos.
Y te encontré…
…atravesado por la indiferencia
De una urbe nevada,
Que no te reconoce.

Somnus


El rostro pesa.
Los parpados se desmayan pesados
sobre las mejillas.
Envejecen de cansancio.

 Se imprimen sucesivos fotogramas
Sobre las retinas.
Se refractan sensaciones
Absurdas e inmensas
Pequeñas y afiebradas.
Se proyectan.

Transcurren las horas solitarias
En un lamento cadavérico.
Ocurre un Silencio.
Génesis de un espacio inmaterial.

Caminan las intenciones desnudas
Larga y tediosamente
Hacia quien sabe dónde,
Aquella dimensión inalcanzable,
Donde se intuyen los futuros recuerdos,
Y las ánimas se anticipan al pasado.

Una suavidad, absurda y eterna,
Se viste de particular,
Y una voz que quiebra el silencio
Estremece con su llamada.
Las luces fuertes, ahora tenues,
Son las que luego se apagan,
Debilitadamente.

Un eléctrico sopor
Que sencillamente sucede.
Una morada que se añora.
Un sentimiento que no espera.
Una caricia que adormece,
Dos ojos que cierran.
Y una sola mirada que encuentra
En su fantástico fuero imaginario
La forma de volver a casa. 
 

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