Desnuda y victoriosa, da de comer
a los animales salvajes.
Ellos lamen sus muslos, le gastan
el sexo dulcemente, se alimentan
de esas aguas más profundas.
Al amanecer, ella cierra sus
sus piernas. Los animales gimen
al principio, rugen luego,
la despedazan con sus garras.
La bella indiferente dice: ¡hasta
mañana! y duerme.
Los animales protegen sus
despojos.
A ALEJANDRA PIZARNIK
- RUBÈN VELA -
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