Nos has quitado el sol,
nos han quitado los
colores,
nos han quitado la
hierba,
nos han encerrado
en espacios ficticios,
nos han separado.
Separado de vos, de
mí,
del nosotros, del
futuro
y del pasado
Nos han quitado
todo.
Nos han regalado
los grises
de la agonía.
Nos han vestido de
una pena
que no debemos
cumplir.
Nos han quitado los
niños,
nos han quitado las
noches,
nos han quitado
todo.
Nos van durmiendo
de a pocos,
para sufrimiento de
muchos.
No regresaremos jamás,
de las cámaras del
olvido.
Con nuestra carne,
han enterrado
nuestros nombres,
y han manchado de
sangre,
a toda la
humanidad.
Sin cabellos ni
rebosos,
caminamos llagados,
encogidos en este
nuevo frio
que ya nos es tan
propio.
Marchamos lúgubres,
hacia la liberación
de un mundo material,
que ya no nos
pertenece.
La mugre de
nuestras manos,
se entrelaza húmeda
de ansiedad,
de miedo, de
silencio.
Se unen en un
canto, en llanto,
en rezo silencioso.
Nuestros ojos que
ya no son nuestros,
miran con desesperación
resignada,
sufren entre lágrimas
abnegadas,
reniegan con pureza
contra el dolor
entrelazado,
mueren sinceros,
mirando, ya ver, la
realidad que los deja.
Abandonados los
cuerpos,
celebrada la danza
de la aspirada muerte,
ascienden en
lenguas de humos
que hieden a sangre
torturada.
Los pijamas, los
grises, las rayas,
Los niños, los
pabellones vacíos,
Las lágrimas
llenas.
El descanso, el
olvido, la desesperación,
Manto
desesperanzado del espanto.
L
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