InDoor

Cierro las puertas
para que me finjan verdades
 de pulcritud que no padecen.

Arden álgidas las llamas de esta pasión
rústicamente castrada.

Me encierro a lamer entre mis pechos
la sensualidad que se derrama
para no pudrirse.

Que castigo más hedónico,
más dulce y placenteramente perverso
el de retorcerse entre pasiones
y erogenias castradas.
Erogenias sin voz. 
Garganta sin palabras.

Cierro las puertas,
se esconden fuera los gritos de la deuda,
sangra la culpa desesperada,
álgida, putrefacta, moribunda.

Se sacude mi infancia
como un espectro enardecido,
gime desesperado, suda rabia,
babea espumas venenosas
de odio rabioso, sudado.

Porción de rata que se escapa de mi alma.


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